«Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros si no estuviereis en mí.» Jn.15:4.
No es lo mismo hacer obras buenas, pretendiendo con ellas alcanzar la Gracia de Dios, que hacer buenas obras en forma abundante y espontánea, como resultado de la Gracia ya alcanzada.
Si tus frutos son mezquinos, es señal de debilidad espiritual. Tal vez quieras ser bueno, humilde, obediente, y no lo has podido lograr por más que te esfuerzas. Considera bien qué cosa es causa y qué consecuencia.
La caridad, el gozo, la paz, la tolerancia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza no son raíces del Espíritu Santo, sino frutos de él.
El Señor, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los santificados. Confía en El, déjate alcanzar por su gracia, y lleno de ella podrás ser amoroso, obediente, fiel; porque no podremos por obras alcanzar la Gracia, pero sí podemos por Gracia abundar en buenas obras.
Spmay. B. Luis, Bejucal, 1970
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